viernes, junio 13, 2008

Acerca de mis exorcismos literarios

No es mi intención, con este post, parecer engreído. Es sólo otra botella al mar.






La primera anécdota que me viene a la memoria cuando pienso en escribir es la siguiente: Dando mis primeros pasos mostré mis cuentos a un amigo que se entusiasmó con la literatura a tal punto que pensó en que podía escribir también. Cuando le consulté acerca de la trama de sus historias me dijo que tenía una imagen: Un escritor nervioso en una habitación, un cuaderno y un lápiz, un gran crucifijo en la pared, un vaso de agua.

Nada más que eso.

Le hice notar a mi amigo que lo que tenía era sólo la cáscara del huevo, que lo importante, la Trama, ahí no estaba. Era como si alguien te quisiera explicar un viaje mostrándote la foto de un puerto: sin las vivencias que transmiten las palabras, la fotografía nos parece vacua, sin vida, y similar a miles de fotografías que podríamos ver.

Aprendí dos cosas con esta experiencia: que los escritores tenemos algo que el resto de la gente no, algo que nos hace ver otras realidades durmiendo a nuestro alrededor, algo que nos obliga a transmitir esas otras realidades, a contar las anécdotas de nuestros viajes mentales, a rellenar las cáscaras vacías que encontramos abandonadas.

Y lo segundo que aprendí fue que la crueldad de la verdad es el único camino para llegar a ser un verdadero escritor. Me di cuenta, al ver que mi amigo se desanimaba a la primera critica, que a los escritores no nos importará las veces que nos digan que es pésimo lo que hicimos, tenemos una necesidad innata en transcribir esas historias, una necesidad que es casi obsesión en muchos, y que por más que el destino final del producto sea el cajón de una cómoda polvorienta, no nos sentimos tranquilos hasta el momento en el que ponemos el punto final y nos sacamos la idea, el peso muerto, de encima.

Y eso me lleva a pensar que a través de la literatura nosotros exorcisamos nuestros propios demonios, sensaciones tan íntimas, tan profundas que quizás no suponemos tenemos dentro, que tratamos de tender puentes(la idea es de Bioy Casares), puentes para comunicarnos con los otros, puentes que ya sabemos inútiles pero que aún así levantamos.

Doy otro ejemplo: Una vez, sentado junto a tres amigos pasó una persona y nos saludó. Nosotros respondimos, y luego nos dimos cuenta de que ninguno conocía al hombre. Mis amigos olvidaron el tema a las horas, yo escribí un cuento que titulé "Una sombra al atardecer" que hablaba del extraño ritual entre una persona en la puerta de su casa y un extraño que lo saludaba cada tarde. Al final el ritual se convertía en obsesión para el saludado, y concluía… no lo voy a contar acá…

A lo que me refiero al contar el argumento, es que a ninguno de mis amigos una simple confusión les causo lo necesario para escribir sobre eso. A mi, una vez que la idea entró en mi cabeza, no pude pensar en otra cosa hasta plasmarla en papel, y sólo una vez que lo hice, la idea(la obsesión) me dejó tranquilo.

Opté hablar de mis experiencias aunque conozca la de escritores de los que me encuentro a años luz por algo: Creo que a todos nos une en común esa extraña pasión, ese sentimiento sin nombre que nos sume en trance, que hace que abandonemos nuestro mundo y nos sumerjamos en otros que en oportunidades sentimos menos ajenos que éste.-

Leyendo mis reflexiones, en mayor o menor medida, siento que no estoy en el camino equivocado. Siempre renegué de la escritura, siempre sentía que jamás alcanzaría a escribir como mis escritores preferidos, y ahora, aunque sé que la distancia estilística que me separa de ellos sigue siendo abismal, sé que ellos se sintieron como yo, aturdidos, apesadumbrados, exultantes, y que quizás todos nosotros habitemos esa terrible casa con mil puertas que es la literatura, y mientras los Poe, los Borges, etc., salen por pórticos imperiales yo busco un ventiluz, alguna pequeña grieta, por donde escaparme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que alegria enorme amigo que hayas hecho la retrospeccion mas esclarecedora que necesitabas. Todos estamos en otra parte hace falta el que construya el andamio para cruzar amigo, ojala no pierdas de vista esa necesidad. Una mas.... creo que en vez de "acerca de mis exorcismos literarios" hubiera dicho "En Carne viva"
Abrazo

V.A.L