domingo, enero 11, 2009

Comienzo a estudiar... y reflexiono.

Dado que mi poco tiempo libre lo ocupo tratando de comenzar con mi proyecto en este año(comenzar a estudiar Cine) opté por trasladar a este espacio personal algo de lo que escribí, que creo no debe ser tan críptico como para quién no esté familiarizado con el tema lo entienda.

Aqui está:


La nefasta década del '90 nos dejó como legado más dañino la precarización de la educación. No sólo el hambre, la falta de empleo, la corrupción generalizada e instalada en la cultura.
Una sociedad sin educación es la meta final de una agenda donde la Corporatocracia no dejó nada librado al azar. Obtuvo lo que quería: educación para unos pocos, para las castas provenientes de su propio vientre.
En ese contexto, nos encontramos con una Universidad que está lejos del objetivo primordial: la discusión de ideas y el traspaso a futuras generaciones de conocimientos.
Hoy en día, nos encontramos con que se dejan de lado las Artes y se concentra el mayor esfuerzo en las carreras con rápido rédito económico, con el propósito de colocar las mentes más capaces en una situación de temor y continua competencia.
Allí es donde veo la primera coincidencia con la generación de la que nació la Reforma de 1918. Lo veo en la utilización del miedo como principal arma de un adversario que la utiliza para subyugar a quienes creen que es posible un cambio. No hace falta conversar con muchos estudiantes para ver que en ellos está instalada la confusión, la falta de espíritu ciudadano, el concepto tan útil(para los fines de los mercados) del "sálvese quién pueda"
Y esto en particular es lo que más nos diferencia de aquella generación que tanto nos legó. Nuestro inculcado individualismo nos hace que las acciones conjuntas de protestas sean poco más que una quimera. Pocos son los que se sacrifican en pos del otro, tan pocos que hoy la Sociedad es sostenida principalmente por lazos comerciales y de conveniencia, dejando de lado cualquier otro tipo de relación humana posible.
Aunque el panorama es desalentador, coincido con Derrida en el concepto de que la Universidad "debería seguir siendo un último lugar de resistencia crítica frente a todos los poderes de apropiación dogmáticos e injustos" y es por eso que, siendo ciudadanos, debemos preservarlo y luchar porque esta definición no se convierta en una utopía.
Para que esto sea posible, los conceptos de ciudadano, público y Universidad deben ser revisados. Vemos como deberes ciudadanos votar y pagar los impuestos, y no otros mucho más útiles, como discutir cambios, progresar en las ideas, avanzar como civilización. El temor a caer de la rueda comercial de la Sociedad nos paraliza, nos hace tomar migajas de los opíparos banquetes de una cúpula tecnócrata cada vez más lejos de la gente. Jamás pensamos en que hay suficiente riqueza para que sea distribuida entre todos porque carecemos del conocimiento necesario para reclamarlo. Entonces tomamos lo público no como algo que nos costó a todos, sino como un aliciente a la propia desesperación, generando la visión general que todo lo público es la peor opción por ser una aspiración a la que no nos pueden poner trabas: Se toma lo público sin respeto, sin valoración de ningún tipo.
Así, ayudamos a que la Universidad se transforme poco a poco en una fábrica de líderes y no de pensadores(como bien dijo Héctor Schmucler, autor que oportunamente citó en su reflexión nuestro compañero Martín Campos), dejando nuestro compromiso de lado con la Sociedad, entregándonos a la vorágine neo liberal que sólo será posible vencer volviendo a los conceptos de los reformistas del '18, aquellos que nos advierten "Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales" y no por un simple rédito económico inmediato.
Por último, y como reflexión final, vuelvo a las palabras iniciales del licenciado Barbeito. Concluye el primer capítulo con una definición magistral: "Lo dado vuelve a imponerse como un límite", nos dice, y es allí donde debemos detenernos.
¿Que hemos hecho últimamente para traspasar ese límite?
¿Que hemos hecho para combatir el paralizante miedo?
En lo personal, y creo que se aplicaría a todos mis compañeros, fue inscribirme en la Universidad.
De ahí en más, de ahora en los años que queden de nuestra carrera, el techo de nuestras acciones lo ponemos nosotros mismos.
Pasemos de la reflexión a la acción, nos transformemos en los ciudadanos que deseamos ser, y construyamos una Sociedad y una Universidad a medida de nuestros sueños.
Recuerden siempre que hacerlo, no es nuestra obligación, sino nuestro deber inexorable.

No hay comentarios.: