domingo, agosto 31, 2008

Sobre sueños y camas

Bien, fue una noche dura. La cerveza es taaaaaaaaaaan sencilla. No hace falta ser un genio para darse cuenta. Simplemente está ahí. No necesitás nada más que ir y tomarla. La crueldad se va. La belleza se va. Sólo queda un vacío inenarrable entre cigarrillo y cigarrillo.
Al despertar, me toco la frente. Al parecer los Hoompa Loompas van a seguir con sus tambores ahí dentro por un buen rato.
Deambulo de un cuarto a otro, tratando de recuperar la rutina.
¿Qué hago a estas horas? Demasiado tarde para el desayuno, demasiado temprano para almorzar. Demasiado. Demasiado. Me estoy cansando de mi y para eso nunca es tarde ni temprano. Siempre es la hora indicada.
Algo me devuelve la perspectiva.
En una cama duerme mi sobrino. Tiene cinco años, y está acostado al borde de la cama. Me acerco y lo acomodo hacia el centro.
Pienso.
¿Que tamaño tenían mis sueños de niño, que con frecuencia me hacían despertar en el suelo?
A medida que crecía, el borde estaba cada vez más lejos.
Cada vez más.
Hasta que un buen día dejé de caerme.
Un buen día.
O un mal día.
Estoy hecho de sueños.
Pienso que es cuestión de volver a alimentarlos.
Por eso me levanté y escribí estas líneas.
Espero levantarme recostado en el techo, a tiempo para evitar las arañas que no me atrevo a matar. O besando el cristal de la ventana. O abrazado a cualquier cosa que me recuerde que una vez amé y que puedo volver a hacerlo.
Ese es mi plan.
Las luces del atardecer muriendo indican que es hora de encender la luz.
Y de soñar con los ojos abiertos.

miércoles, agosto 27, 2008

Jealous Guy - John Lennon

Hablando de belleza, este es mi tema preferido de la etapa solista de Lennon. La letra es tan simple que sólo en un genio como él puede sonar creíble. Una pieza magnífica.


Como ser un gran escritor - Poema de Charles Bukowsky

Sin dudas fue éste autor quién me impulsó a escribir poesía. Él, junto a Walt Withman, me enseñaron que puede haber belleza más allá de la métrica de salón y las rimas consonantes. Cualquier aspirante a escritor, como yo, debería de leer esto:

como ser un gran escritor

tienes que cojerte a muchas mujeres
bellas mujeres
y escribir unos pocos poemas de amor decentes

y no te preocupes por la edad
y/o los nuevos talentos

sólo toma cerveza más y más cerveza.

Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana

y gana
si es posible.

aprender a ganar es difícil,
cualquier patán puede ser un buen perdedor.

y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.

no te exijas.
duerme hasta el mediodía.

evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.

acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).

y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.

un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.

quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
Más que
el exilio
la derrota
la traición

toda esa basura
quédate con la cerveza

la cerveza es continua sangre.

una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana

dale duro a esa cosa
dale duro.

hace como el toro en la primera embestida.

y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievsky, Hamsun.

si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...

entonces no estás listo

toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay
está bien
igual.

lunes, agosto 25, 2008

Love reign o'er me - Pearl Jam

Muchas veces me pregunto el motivo de mi continuo optimismo. Al escuchar esta canción creo que encuentro una respuesta.

Esta es una canción de The Who, que conocí a través de la versión de Pearl Jam que cierra la interesante película Love Reign Over me.
Aquí está un video, y más abajo mi traducción de la letra.




Love Reign O’er Me
Only love
Can make it rain
The way the beach is kissed by the sea
Only love
Can make it rain
Like the sweat of lovers
Laying in the fields.

Love, Reign o’er me
Love, Reign o’er me, rain on me

Only love
Can bring the rain
That makes you yearn to the sky
Only love
Can bring the rain
That falls like tears from on high

Love Reign O’er me

On the dry and dusty road
The nights we spend apart alone
I need to get back home to cool cool rain
I can’t sleep and I lay and I think
The night is hot and black as ink
Oh God, I need a drink of cool cool rain

Traducción:

El amor reina sobre mi


Sólo el amor
puede hacer llover
La forma en que las playas son besadas por el mar
Sólo el amor
puede hacer llover
Como el sudor de los amantes
que yacen sobre los campos

El amor, reina sobre mi
El amor reina sobre mi, llueve sobre mi

Sólo el amor
puede traer la lluvia
que te hace anhelar el cielo
Sólo el amor
puede traer la lluvia
Que cae como lágrimas desde arriba

El amor reina sobre mi

En el seco y polvoriento camino
Las noches que pasamos apartados y solos
Necesito volver a casa, a la fría fría lluvia
No puedo dormir y me acuesto y pienso
La noche es caliente y negra como la tinta
Oh Dios, Necesito un trago de la fría, fría lluvia

sábado, agosto 23, 2008

Cuento: El arte perdido de mirar a las nubes

El arte perdido de mirar a las nubes


Escapar, escapar, escapar.

Bajó por las escaleras para evitar a los jefes y a los compañeros que a esa hora buscaban con quien almorzar: silencio, paz, recuperar el arte perdido de mirar a las nubes.

El mediodía lo recibió con una bocanada de vapor que se le pegó a los huesos, como escarabajos jugueteando entre su piel y sus ropas. Compró un jugo de naranja y un sándwich y caminó lo que faltaba hacia el parque. Eligió la sombra de un arce, y se sentó en la tierra. No se le ocurrió pensar en el traje.

Bebió cada trago estirando el cuello, absorbiendo cada gota como si fuera un néctar reservado para algún Dios, y comió con la fruición de la hora de descanso.

Cruzó los brazos tras la nuca, y se acostó en el suelo cuan largo era. El cosquilleo de una hormiga le recordó la falta de medias.

- Debes traer medias. No puedes venir sin medias. ¡Y que alguien te corte el cabello!

Sonriendo miró hacia el cielo.

Las nubes.

Por lo bajo y sobre la espalda del viento corrían unas pequeñas y blancas, esponjosas como el pan recién horneado; y más arriba, arriba hasta el cielo azul, las oscuras, las hermanas mayores, las malhumoradas hermanas mayores, discutiendo entre ellas.

La alarma de su reloj sonó. Quince minutos para volver.

- Tienes que estar a las dos en punto. Las dos y cinco no es las dos en punto.

Maldita sea, era tan difícil. Horarios, medias y cabellos. Tiempo y más tiempo. Todavía no te puedes ir. Necesito que vengas el domingo.

Y que mejor almohada que el cielo. Sus ojos bebían de él como si fuera un inabarcable manantial antiguo, y vaya si lo era. Cielo, nubes, el arte perdido, y más allá, tan acá, la paz perdida. No esa basura de dormir una noche con tranquilizantes, no la mentira de la última cuota del auto. Nada allá atrás, nada más verdadero que el cielo que no se le negaba a quien quisiera poseerlo. Amante desinteresado. Ahora le hacía el amor. Y las nubes venían, se acercaban, quién era aquel que las miraba de esa forma.

Apagó la alarma con un movimiento de muñeca.

Sus ojos se estremecieron al abrirse un claro y dejar paso a tímidos rayos de sol, que cual espadas en la caja de un mago atravesaban secantes el aire gris y se estrellaban en la tierra.

¿Qué importaba su nombre? ¿Quién era ante la majestuosidad escalofriante de la belleza indiferente? ¿Acaso importaba su nombre, su historia?

¿Acaso el sol no moriría de la forma más bella y en un tiempo tan lejano y ajeno como imprevisible?

El ruido de los coches se alejaba. Los insultos, los falsos profetas, las mentiras, las medias también y junto a esas cosas quedaban atrás todos aquellos que alzaban las manos ante el miedo, ante sus propios monstruos, ante lo que habían construido y que hoy se erguía amenazante y trataba de borrarlos de un manotazo: La Sociedad.

Bajó sus párpados, y se perdió en un rojo, en destellos naranjas y ocres de tanta luz bebida, en la caricia del viento que hablaba con las voces de los muertos.

Allí estaba, recordado y reclamado nada más que por algunos, avergonzado de lo que es, de lo que fue, de lo que será, de ser parte de un extraño ser monumental que lo necesitaba como a un hijo, pero lo despreciaba como a un insecto.

Y abrió los ojos, las nubes cada vez más cerca: llovería, pero que importaba, el agua sólo complicaría más las cosas, le mostraría la mugre de la ciudad, la hipocresía correría como sangre por las calles: una sangre oscura, inmunda, implacable.

Cada vez más, cada vez más el blanco, la pureza, la naturaleza, la belleza, la verdad tan evidente como la carta robada de Poe, la Vida inalcanzable y al alcance de todos, el calor del aliento de Dios, la jeroglífica llave hacia los sentidos.

Aspiró profundo las hebras que se desprendían del parque, pero era cada vez menos verde y cada vez más nube, más y más nube. Los brazos cruzados tras la nuca, y el cielo inabarcable, el cielo amante y el cielo atroz. El gran, gran sol, el rojo talón de quien ha caminado milenios ocultándose tras los conejos de algodón, los rostros de algodón, y él alquilaba un sótano porque no podía otra cosa y entonces el cielo se le negaba, las estrellas se le negaban. Y cada vez más y más cerca, sentía que si estiraba el brazo podría tomar un pedazo de nube y conocer su sabor, conocer cual era el gusto de la magia, el gusto de lo inmortal, el sabor del olvido.

Estiró el brazo, perezoso, los vellos del brazo acariciados por el viento, y en efecto ahí estaba, entre sus dedos, el pedazo atrapado de nube.

Miró hacia los costados, hacia abajo.

El parque era una diminuta mancha verde muy, muy lejos debajo de él.

Al caer sólo tuvo tiempo de aullar como un lobo herido, de pensar que lo negado, lo inasible, era el sabor más hermoso, más maravilloso que puede tener la vida.

sábado, agosto 16, 2008

Sin titulo...

No tengo ningún motivo para no escribir más que la impotencia. Impotencia ante obras que me maravillan, que me postran en mi trono de defectos y virtudes mal empleadas. Siempre tengo una excusa a mano para no hacerlo. Es complicado hasta para mí. Digamos que busco justificarme. Es por eso que hace días pienso en escribir acerca de mi experiencia viendo a Muse, de varias películas que me maravillaron(el documental Zeitgeist, y por supuesto sobre El caballero de la noche)
Creo que gran parte del tiempo perdido se lo debo a dos grandes libros que devoré en apenas 15 días. Uno es el ensayo histórico 'Hitler ganó la guerra' de Walter Graziano. El segundo es la novela 'La sombra del viento' de Carlos Ruiz Zafón, éste último una obra maestra.
Podría mencionar que entre medio(si, en estos últimos quince-veinte días) leí también la biografía de Baron Biza escrita por Candelaria De la Sota.
Podría mencionar que vi Old Boy(película oriental) y me encantó.
Digamos entonces que estoy absorviendo como una esponja y que ni yo sé hacia donde me lleva todo esto.
Veremos si puedo conjugar alguna de estas ideas en los próximos días.