jueves, abril 13, 2006

De la flor y el sueño

Bien, aqui estoy luego de un tiempo, publicando algo con poco de escrito. Estuve un tiempo alejado de Internet, no me justifico, nada más espero entiendan mis cuelgues, por demás famosos.
Hasta lo próximo



De la flor y el sueño


Esta tarde, el planteo fue el siguiente: Consideremos la flor de Coleridge de otro modo. Una aclaración para los poco memoriosos, Coleridge sugería lo siguiente: “Que pasaría si soñamos con una flor, que pasaría si la tomamos en nuestros sueños, que pasaría si al despertar esa flor estuviera allí con nosotros. Allí, al costado de nuestra cama. Bien, pero ese es Coleridge y yo quiero hablarles de mi teoría. De Coleridge seguro hay cientos de libros y biografías.
Planteé lo siguiente: Que tal si cada uno de nosotros, con nuestros sueños y en mayor o menor medida, colabora con la creación del universo.
Si, puede parecer complicado, rebuscado, o el argumento de un imbécil, pero déjenme explicarlo.
Pongamos, ya que estamos, de ejemplo a Coleridge nuevamente. Quizás el destino del autor, su contribución al universo, era soñar una flor, y la soñaba todas las noches, no la misma, un día tal vez soñaba una rosa y una rosa existía en algún jardín de Londres, un día soñaba un ceibo(quizás sin conocer el nombre de la planta que estaba soñando) y ese ceibo juntaba rocío en el Paraguay. Entonces un día, Coleridge decide tomar la flor. Mala idea. El hombre se asusta tanto de su experimento, se asusta al ver el tallo cortado sobre su cama, se asusta por haber vislumbrado alguna grieta secreta del cosmos, que se pone a escribirlo, predicando y advirtiéndonos de la incertidumbre que nos volvería locos en caso de hacerle daño a nuestra flor. Y, temeroso, en las noches trata de volver a soñar esa flor. No lo logra. Ha matado ese pedazo de universo.
Entonces, ¿Qué primeros supuestos podemos sacar de esta teoría?
Sacaríamos que cada parte de lo que vemos es parte del sueño de algún otro, y allí tendrían sentido varias cosas.
Entre ellas, y de ejemplo, les hablaré de los objetos perdidos y de los sueños premonitorios.
¿No les sucede algunas veces, el hecho de perder, digamos un llavero, y por más que lo busquemos no aparece donde lo dejamos?
¿Qué tal si la persona que debe soñar el llavero, de repente no puede hacerlo, por insomnio, por cualquier cosa, hasta que un día concilia otra vez el sueño, y sueña con ese llavero que lo obsesiona, ese de cuero y metal sobre un aparador de madera de pino?
¿A que no saben donde aparece, de un día para el otro, el bendito llavero?
Y luego tenemos el tema de los sueños premonitorios. Cada vez que alguien se levanta por la mañana y dice: Ayer soñé que un avión volaba en pedazos por una explosión, no hace más que volar ese avión en alguna parte del mundo.
Eso, o nos hace terriblemente poderosos, o nos convierte en máquinas cuyo sadismo oculto pervierte el mundo y lo convierte en el sitio pesadillesco que algunas veces parece. Podría darles miles de ejemplos. Asesinatos, inundaciones, robos, explosiones volcánicas.
No digo que todos podamos hacerlo, al aceptar esta teoría, hay que aceptar que quizás en toda nuestra vida solo tengamos la noble tarea de soñar y darle vida a una hormiga, o a una nota de polvo. Quizás lo hagamos una sola vez en nuestra vida, o quizás exista quién soñó todas las noches con un puñado de arena, y hoy sea responsable del desierto del Kalahari. Habrá quién haya soñado con la muralla china, o habrán muchos chinos que soñaron con su pedazo. Entonces habrá quién soñó el Taj-Majal, el mar de los Sargazos, la licuadora, un caballo blanco pastando en la Pampa húmeda.
Y aquí me detengo, de paso aclaro que no estoy loco.
Piensen, por favor, abran sus cabezas. Recuerden a Calderón de la Barca y La vida es sueño.
Y si lo hicieran, podremos seguir catalogando soñadores del universo.
Habrá quienes sueñen vacíos, y ahí tendremos el infinito negro de los confines del espacio.
Habrá quienes sueñen las criaturas de pesadilla que nos esperan allí.
Habrá quienes sueñen cascadas, quienes sueñen serpientes, quienes sueñen laberintos, y quienes sueñen gente que está soñando.
Habrá quienes hoy sueñan este papel y estas líneas.
Y quizás, quizás yo sueño que alguien me lee, quizás tu eres ese sueño, y quizás yo sueño que sonríes con agudeza, al llegar al final de ésta frase y comprender lo endeble del tejido de nuestro cosmos.


25/2/2006